viernes, 19 de noviembre de 2010

Día # 6 - 21/10/2010: Mandalay – Mingún - Mandalay

05:00. ZzzzZzzzzZZz…. [De fondo]… Aaaaaa..…ahaaaaa…..uuuaahhhaaaaaaaaaaaaa….. parece que alguien con un micrófono está rezando en nuestra habitación…. Por favor, que se calle!!! Parece que el lugar desde donde difunden la oración matinal está muy cerca de nuestro edificio… al cabo de algunos minutos se calla y seguimos durmiendo hasta las 06:40.
Suena el despertador, y sí, tenemos sueño. Unos 10-15 minutos más tarde logramos despertarnos y vamos a la ducha para acabar de despejarnos. Bajamos a desayunar y además de huevo frito nos ofrecen banana pancake. Los dos nos decantamos por el pancake acompañado de café soluble, mermelada y azúcar con hormigas. Sí, sí… habéis leído bien, hormigas!! Os intentamos contar la anécdota como sucedió:

-          Bere:  Voy a ponerme un par de cucharadas de azúcar en el café.
-          Olga, cogiendo el bote de azúcar, juega con la cucharilla en el azúcar y observa unos puntos negros : Bere… esto no son… hormigas???? Anda… si se mueven y todo!
-          Olga (dirigiéndose al camarero): There are some ants in the sugar…
-          Camarero: Mmmm…. Yes….. (sin hacer mucho caso)…
-          Bere: They love sugar!
-          Camarero: Yes…
Al cabo de pocos minutos aparecieron nuestros platos con dos enormes pancakes, y algo más tarde otro camarero vino a cambiarnos el bote del azúcar.
Después de desayunar, cogemos las mochilas y nos dirigimos andando hacia el puerto. Hemos madrugado tanto porque queremos andar hasta allí para coger el barco diario a Mingún. Desde el hotel andamos dirección a la clock tower y a partir de aquí nos ayudamos de la guía para continuar. Como en Yangón, se observa mucha actividad por las calles: monjas, padres que llevan a los críos al colegio en bicicleta, mercado, centenares de miles de motos, bicicletas, etc.
Pasados unos minutos empezamos a encontrar charcos en la calle que sorteamos sin ningún problema. Después el tema se empieza a complicar. Empezamos a evitar el agua saltando por las aceras, hasta que no tenemos salida. Nos quitamos las chanclas, y empezamos a andar descalzos  por el agua que nos acaba llegando casi a la rodilla. Alrededor nuestro, motos, niños que van a la escuela y ratas que pasan por encima de las tapias, nos acompañan en nuestra aventura. El olor que desprendía el agua y lo que sentimos en aquel momento, es algo para vivirlo…
Con los pies todavía húmedos llegamos finalmente al puerto. El lugar está lleno de barro, suciedad y varias paraditas que venden agua y algo de comida. Un hombre nos ayuda a encontrar el camino que nos llevará a la caseta donde venden los tickets para el barco que parte a Mingún. Sabemos que hemos llegado porque vemos otro guiri entrando.
Hemos leído en la guía que si no queremos pagar los 3$/persona que impone el gobierno a los turistas debemos comprar el billete en la mesa de la izquierda… entramos decididos a ni mirar a la derecha y cuál es nuestra sorpresa al entrar ya que solamente hay una mesa y una cola de turistas esperando a comprar los billetes. Además, de 3500K que dice la guía que cuesta el billete,  ha subido a 5000K… Será que la Junta dispone de un ejemplar de la Lonely Planet??
Después de enseñar el pasaporte, indicar el hotel en el que nos alojamos y 10.000K conseguimos los billetes de ida y vuelta para ir a Mingún. Antes de emprender el viaje, compramos una botella de agua (300K) ya que el día es muy caluroso. Subimos a la barca unos 10-12 turistas y al cabo de pocos minutos partimos.
Durante el recorrido observamos gente bañándose en el río, mujeres lavando la ropa, y mucha basura, así como unas casitas fabricadas con troncos a la afueras. Durante el camino, Olga se duerme y Bere aprovecha para tirar fotos. Son sólo las 09:30 y hace un sol sofocante. Al cabo de una hora y media aproximadamente llegamos a Mingún, donde somos recibidos por una patrulla de vendedores y mucha gente curiosa. Bajamos del barco y empezamos a caminar hasta llegar a la Mingun Paya. Esta pagoda no está finalizada y además, un terremoto la partió en dos en 1838. Antes de ir a visitarla habíamos leído que el lugar no valía la pena, pero a nosotros nos gustó mucho. En lo alto de la pagoda nos encontramos con cientos de libélulas y los primeros turistas españoles, con los que charlamos unos minutos. Además podemos disfrutar de unas vistas impresionantes del Ayeyarwady, de la Molmi Paya, Mingun Bell y Hsinbyume Paya.  También podemos ver, aunque nos cuesta reconocerlos, los elefantes de las Chinthe ruins. Haciendo uso del trípode, realizamos algunas fotos y emprendemos de vuelta la empinada bajada. Vamos descalzos y los ladrillos rotos nos dejan los pies algo magullados. Calor…

Compramos agua que después de regatear pagamos a 300K, y comenzamos a caminar hasta la Hsinbyume Paya acompañados de vendedores y otros turistas. Esta pagoda es realmente diferente al resto. Su color es blanco y se compone de siete terrazas a diferentes niveles. Aquí nos cruzamos con habitantes de Mingun que están rezando en el lugar más elevado de la pagoda, donde nosotros les imitamos y damos tres vueltas alrededor de la estupa principal.

Más calor... Bere empieza a tener hambre así que en el camino de vuelta al barco decidimos parar a comer un sopa de noodles y unos snaks raros que compra Olga (700K+200K). Cuando llegamos a la barca, casi todos los turistas ya están dentro.

Al llegar a Mandalay nos sentimos algo quemados por el sol, lo cual no nos impide seguir con nuestro recorrido de hoy. Cogemos el mapa y decidimos evitar las calles inundadas de esta mañana, así que intentamos buscar un camino alternativo. A los pocos minutos nos encontramos con una especie de lago y un precioso puente de madera, que conduce a la que creemos es la Tmgaza Kuaung paya. Decidimos cruzar el puente, juntamente con una rata saltarina que seguramente no sabe nadar. Cuando estamos a mitad de camino observamos que el cielo se empieza a poner negro de repente. Al llegar al final, empiezan a caer 4 gotas, y al cabo de medio minuto ya está diluviando. Empezamos a deshacer el camino hacia el principio del puente corriendo y nos resguardamos en un cubierto. Ya no hace calor, pero no para de llover y llover. Nos quedamos en compañía de algunos locales que también se resguardan de la lluvia. Todos nos miran y se hablan entre ellos mirándonos con curiosidad, desde la cabeza hasta los pies. Esta vez nos sentimos algo incómodos ante tantas miradas, pero aguantamos en el lugar a que deje de llover. Cuando ya solamente caen 4 gotas, decidimos volver hacia el puerto, donde logramos coger un bus-taxi local, donde compartimos viaje con varios locales muy sorprendidos de vernos allí con ellos. Antes de que nos cobren, les preguntamos cuánto cuesta el billete con señas para que no nos timen y al final les entendemos (200K/persona). Además, un hombre que pasaba por la calle y que hablaba algo de inglés traduce al chico que cobra el billete el lugar a dónde queremos ir, lo cual nos es de gran ayuda.  Gracias a ello sorteamos las calles inundadas con nuestro nuevo transporte. Al bajar, todavía llovizna, así que decidimos parar un rato para conectarnos a internet y escribir un correo a la familia diciendo que estamos bien. (1000K/hora).

Al salir, como todavía es pronto, Bere insiste en ir a ver las tiendas donde fabrican el pan de oro. Está muy lejos, así que cogemos el mapa y nos dirigimos hacia el lugar. Durante la caminata disfrutamos del ambiente de la ciudad. Paramos a comer unos rollitos primavera en la calle (300K), y la tendera nos invita a comer algo de col y pepino (lo cual provocará que Olga pase parte de la noche en el lavabo). A medida que vamos avanzando en nuestro recorrido nos damos cuenta que el mapa que hay en la Lonely Planet de Mandalay no es correcto y que, a medida que nos alejamos del centro, los habitantes de la ciudad son más simpáticos. Un par de hombres nos paran y nos preguntan si nos pueden ayudar en algo, una familia nos pregunta si podemos hacerles unas fotos a ellos con los críos, la gente nos saluda al pasar… toda una experiencia! Empieza a anochecer cuando finalmente logramos llegar al taller de pan de oro. Allí, una chica con un perfecto inglés nos explica todo el proceso de producción. De un garbanzo de oro se acaban haciendo miles de pequeños papeles de pan de oro, a base de chafar, cortar, chafar, cortar, chafar, durante horas. Nos explica y nos enseña todo el proceso. También nos hace pasar al taller donde varias chicas hacen paquetitos de diferentes cantidades. La visita ha valido la pena. Compramos cinco panes de oro por 2000K que Bere insiste en comerse un día especial. Con el día ya oscuro, deshacemos el camino por otras calles en busca de un restaurante recomendado por la guía y que finalmente no encontramos. Después de preguntar a varios transeúntes, nos enteramos que el restaurante lo trasladaron de lugar hace unos meses. Tenemos los pies doloridos y estamos cansados, así que decidimos volver al Chapati donde cenamos ayer. Hoy pedimos ternera estofada y picante, arroz blanco, arroz con una especie de curri y dos panes, regado con un litro de cerveza. Cenamos como reyes!

Después de cenar regresamos al hotel dando alguna vuelta de más, equívoco que nos sirve para encontrar una escuela nocturna, o algo parecido. Al llegar al hotel, nos duchamos y preparamos el equipaje para al día siguiente emprender viaje a Monywa. Y mientras Bere escribe diario, Olga queda rendida en la cama. Bona nit princesa!!

Para ver todas las fotografías de este día sigue este enlace o, este otro para verlas como presentación.

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