viernes, 19 de noviembre de 2010

Día # 5 - 20/10/2010: Yangon – Mandalay – Sagaing – Amarapura – Mandalay Hill

Nos despertamos a las 4:20 antes de que suene el despertador y de que nos vengan a despertar. Nos damos una ducha rápida, acabamos de guardar en las maletas las cuatro cosas que todavía tenemos repartidas por la habitación y bajamos a desayunar. No hay nadie, aunque las luces están encendidas.  Nos consta que una pareja ha salido antes que nosotros. De hecho, más tarde nos los encontraremos en el aeropuerto. El hotel apunta en una pizarra la hora de salida de sus huéspedes para despertarlos y prepararles el desayuno, todo un detalle. Después de desayunar, pagamos la factura de las dos cenas. Cuando salimos el taxi ya nos está esperando . En la calle todo está oscuro pero ya se percibe actividad. El conductor, que viene acompañado de una mujer que creemos es su esposa, conduce muy rápido, así que llegamos muy temprano al aeropuerto (6000K).

Cuando entramos en el aeropuerto nos encontramos un poco perdidos porque no vemos ninguna indicación en ningún lugar. Un hombre con una cinta colgada al cuello que nos indica que es personal del lugar nos acompaña hasta el puesto de facturación de la maleta. Dejamos las maletas en el suelo. La cinta donde supuestamente se debería dejar las maletas tiene pinta de llevar inactiva hace mucho tiempo. Nos entregan los billetes escritos a mano y una vez terminado el trámite nuestro improvisado amigo nos acompaña de nuevo hasta el lugar donde pasamos el último control,  momento que aprovecha para pedirnos dinero. Nos despedimos de él amablemente y ponemos la mochila en la cinta de rayos X. No sabemos si tiene algún sentido porque el que menos lleva su fiambrera de comida y varias botellas de agua que ni tan siquiera pasan por la maquinita. Una vez pasado el control nos encontramos con una sala muy grande atestada de gente. Lo más curioso de la situación es que no hay ningún tipo de pantalla. Cuando los pasajeros de un vuelo tienen que embarcar, un chico con un cartel que informa de la compañía y el número de vuelo se pasea por la sala a modo de azafata de boxeo antes del siguiente round. Otro hecho que nos parece curioso es que todos los pasajeros llevamos una pegatina en el pecho con el logo de la compañía aérea con la que volamos. Hay bastantes turistas, yo diría que casi más de la mitad de los que estamos en la sala.

Pasados unos minutos vemos anunciado nuestro vuelo y hacemos cola para entrar en el avión. Fuera llueve y un grupo de trabajadores del aeropuerto improvisan una pasarela de paraguas para que no nos mojemos al subir. Cuando subimos al avión nos encontramos con tres azafatas excesivamente peripuestas. Tengo la sensación de haber retrocedido en el tiempo cuando en España solamente la gente rica se podía permitir volar. Durante el tiempo que dura el vuelo (1 hora 40 minutos) nos dan el desayuno que se compone de una especie de brioix y pasta de hojaldre con pasas.

En Mandalay también llueve. En el aeropuerto nos está esperando nuestro conductor que se presenta como Xu Xu. Es un hombre grande, gordito y con la cara marcada por el acné de años pasados. Subimos en una especie de furgoneta pequeña con un conductor. Como hace tan mal tiempo nos explica que es difícil que podamos llegar hasta Ava, así que decidimos cambiar la ruta. Primero haremos Sagaing, Amarapura y Mandalay Hill.

En Sagaing Hill visitamos la pagoda Umin Thounzeh con 45 imágenes de Buda. Como está lloviendo no hay casi gente. En el mismo recinto subimos unas escaleras y ganamos altura lo cual nos ayuda a tener una vista espectacular de toda la zona. Desde donde estamos vemos el río Ayeyarwady, con dos puentes que lo cruzan, uno construido por los británicos durante la segunda guerra mundial y el segundo de construcción más reciente.

Sigue lloviendo. Nos reencontramos de nuevo con nuestro guía y conductor, que nos llevan a otro templo. Aquí, una familia birmana nos pregunta si podemos hacernos una foto con ellos. Una segunda familia imita a la primera, y nos hacemos fotos con todas las combinaciones posibles.  Cuando salimos ya son las 11:45 y nuestro guía nos propone ir a comer. Como hemos madrugado mucho aceptamos la propuesta y nos llevan al Sagaing Hill Restaurant. El lugar está muy cuidado y tiene toda la pinta de ser exclusivamente para turistas. Al principio dudamos si quedarnos, ya que no estamos acostumbrados a frecuentar esta tipología de restaurantes, pero las opciones son reducidad, así que pasamos al comedor. La verdad es que la comida está buenísima. Comemos rollitos, pollo al estilo Xin, cerveza y arroz (11.000K). Durante el rato que estamos en el restaurante, un joven camarero nos va observando hasta que finalmente se acerca más a nuestra mesa y nos pregunta de dónde somos. Empezamos a conversar con él  y al final se une un compañero suyo a charlar con nosotros. La situación es divertida, porque los dos están pendientes de que no aparezca su jefe de un momento a otro a pedirles que sigan trabajando.

Después de comer ya no llueve y pedimos al conductor que nos lleve a Amarapura para pasear por el puente construido de teca más largo del mundo. El ambiente en el lago sobre el puente U-Bein es realmente apacible. Observamos hombres pescando, mujeres paseando, niños en bicicleta, etc. Dado que en las últimas semanas ha llovido mucho, el nivel del agua es muy alto. Andamos por el puente hasta la otra orilla del lago donde decidimos seguir paseando por un pequeño pueblo donde hay mucha vida. Cuando la gente nos ve, ríen o nos saludan. Nos sentimos observados. Algunos jóvenes del pueblo que tienen moto, pasan por nuestro lado varias veces para saludarnos. En nuestro camino, pasamos por una escuela con la buena suerte de que todos los críos están jugando en el patio. Cuando nos ven pasar, un grupo de ellos se acerca a la tapia del colegio para saludarnos. Cuando se percatan de que llevamos cámara nos piden que les hagamos fotos para verse después en la pantalla. Pasamos unos minutos muy divertidos con ellos.

De vuelta nos sentamos unos minutos en el puente para respirar y disfrutar de la tranquilidad del lugar, sin ruidos de coches, ni bocinas… solamente la brisa fresca chocando contra nuestros rostros. Al término de esta visita vamos a buscar hotel. Probamos el Royal Hotel pero está lleno, así que finalmente acabamos en el hotel ET, que está regentado por una familia china. La habitación es pasable y está más o menos limpia. (14$/noche). Dejamos las maletas y nos dirigimos a la Mandalay Hill. Como siempre, antes de entrar en el templo tenemos que descalzarnos. Creo que desde la infancia no pasaba tantas horas descalza! Desde aquí, además del propio templo con los budas, cabe destacar que las vistas son espectaculares. Damos caramelos a un par de jóvenes monjes que pasean por el recinto y otro monje joven se acerca a nosotros tímidamente. Nos pregunta si podemos practicar inglés con él un rato, ya que es una tarea que debe hacer cada día. Accedemos y me quedo hablando con él casi una hora mientras observo las vistas de Mandalay. Me pregunta quiénes son los componentes de mi familia, a qué se dedican, qué he estudiado o qué me parece su país. Él nos explica que es del estado Chin y que quiere aprender inglés para, algún día, poder ir a la India. También nos comenta que tiene 16 años y que el inglés es la asignatura que más le gusta, como jugar al fútbol, algo que tiene prohibido en el monasterio donde vive pero que confiesa hace a escondidas. Es un chico muy simpático.

Al salir del recinto, nuestro conductor nos deja en el hotel y desde allí decidimos buscar un lugar para cenar. Primero vamos a pasear por el mercado nocturno donde venden libros, preservativos y un poco de ropa. Finalmente decidimos cenar en Chapatti. Es un lugar al aire libre recomendado por la guía donde sirven pan de pita hecho al momento, arroz y puedes escoger el tipo de carne que quieras. Nos sentamos en una de las mesitas y enseguida nos damos cuenta que es un lugar con mucho éxito entre los locales, ya que cada vez que se levanta alguien de alguna de las mesas, ésta se ocupa rápidamente por otra familia o por otro grupo de amigos. Además, hay gente muy diversa, musulmanes, judíos, chinos, etc. La comida es buenísima y solamente nos cuenta 3.100K. Eso sí, no venden cervezas que compramos en otro puesto cerca que nos recomienda uno de los camareros. (1.500K*2). Con la barriga muy llena y francamente cansados, regresamos caminando hacia el hotel. Algunas calles están realmente oscuras por lo que tenemos que prestar especial atención dónde pisamos.

Hoy ha sido un día muy largo pero lleno de aventuras, y todavía no lo sabemos, pero  mañana también nos espera un día trepidante…. Bona nit!!!!!

Para ver todas las fotografías de este día sigue este enlace o, este otro para verlas como presentación.

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